Erase una noche de verano cuando nos sometíamos a algunas sustancias después de una ardua jornada laboral. Ambos pasábamos por procesos de luto y pérdida, diferentes en cuanto a lo que habíamos perdido (él a su padre y yo a mí misma) pero similares en relación al dolor que dejaban esas ausencias. Estábamos solos, en su cuarto, bajo el aire acondicionado y cierta influencia espirituosa, cuando comenzamos a divagar sobre la realidad, sus posibles representaciones y/o explicaciones.
-Porque, si vos te ponés a pensar, con la edad vas entendiendo cada vez menos
-O más; quizás te preocupas demasiado por entender
-Es que necesito entender
-¿Qué? ¿qué vas a entender? Hay cosas que no tienen explicación, y esta bien que así sea
-¿Son obra del Señor?
-¿Qué Señor? ¿Dios?
-Si, Dios, no sé, alguna forma de inteligencia superior
-Pero mirando para atrás, todo tiene un sentido lógico, pero en el momento no lo ves, lo ves después. Y eso se llama historia, no Dios
-Pero hay cosas que no se pueden explicar
-Y está bien que así sea
-No no está bien, uno necesita entender
-¿para qué? ¿Y si entender es finalmente darse cuenta que uno no controla nada?
-¿Y quién entonces lo hace? Dios! ¿Ves?!, ¡¡Vos crees en Dios!!
-Mh, no. Pero, mirá, fijate, las cosas buenas en general, tienen explicación, tienen explicación científica; como por ejemplo, no sé, el origen de la vida, la vida en otros planetas, que sé yo, el aumento del presupuesto en educación, o sea, las cosas buenas tienen explicación racional, pero hay algunas catástrofes, tragedias, cosas malas que son incomprensibles
-O sea que Dios es un hijo de puta
-O que la fuente de inteligencia superior que controla lo que no entendemos en realidad no es buena, o sea, ¿por qué Dios debería ser bueno? ¿Quién dijo eso?. Yo no creo en Dios, pero si creo en el Diablo.
-¿Y con eso explicás todo?
-Y... vos mismo dijiste, hay cosas que no se pueden explicar, salvo que...
-Salvo que exista el Diablo.
Dos meses después, más específicamente mañana, tengo una entrevista para un colegio religioso (una vez más). Esta vez es con el Padre Director. Tengo mucho, mucho miedo de lo que puede pasar. Mi herejía era bastante evidente siendo que vengo de una unión non-sancta, no he participado de ningún sacramento, rehuyo de la religión desde siempre y me gusta todo lo que la iglesia condena. Encima ahora, de vieja, me vengo a dar cuenta que creo más en el Diablo que en Dios.
Mañana les cuento, si me llegan a tomar; espero que no sea Dios el que me pague.
lunes, 1 de marzo de 2010
La edad te pone místico
Un post que debía ser escrito
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