viernes, 4 de julio de 2008

Feliz Domingo


Y entonces, como de pronto, estábamos en América. ¿Eran las 5 am y entramos a América? ¿Hacia mucho frío y ya no quedaba resto humano para seguir arrastrando por la ciudad? ¿Habíamos bailado y bebido todo lo que se podía y ya era suficiente para un domingo de julio? Efectivamente.

Debo decir, contradiciendo a Faivel: Sí hay gatos en América. Aparte de gatos, hay travestis, gente bailando de forma descontrolada, gente descontrolada bailando y muchos señores desagradables con dudas existenciales sobre si por atrás o por adelante; aunque, por las dudas por los dos. Había mujeres, hombres, mujombres y homberes: personajes de todo tipo que de pronto empezaron a girar en torno a mí y a mi abrigada contextura que, lejos de necesitar un abrazo, empezaba a recibirlos por parte de desconocidos. Había olor a sexo, olor a vómito, olor a semen, olor a podredumbre y extinción. Y había mucho, mucho, olor a merca.

Después de un rato preguntándome “¿Qué tipo de país se puede construir con esta gente?” me decidí a hablarle a una amiga de una amiga de una amiga sobre mi pena amorosa. Pobre; ella tampoco parecía estar disfrutando del circo al que estábamos asistiendo casi sin querer, casi sin entenderlo, y encima tuvo que soportar que le contara cómo (también casi sin querer, definitivamente sin entenderlo) volví a caer en la pesada trampa de la debilidad.

Entonces ella me dice, casi sin conocerme, casi sin conocerlo; ¿sabés lo que quiere decir “adicto”? Que no habla.

“Que no habla” Me dice una completa desconocida sobre el completo desconocimiento que yo tenía sobre mi completa incomprensión de la situación en la que de pronto me veo inmersa cuando todo gira en torno de hombres que son mujeres, mujeres que son animales en celo y animales que son mis amigos que no se les ocurre mejor idea que llevarme a América.

Así, rodeada de olor al nuevo él, que es el viejo él y el único él que ya no es más él para pasar a ser otra cosa que ni él sabe que es;
Así, rodeada de gente que quiere ser lo que no es y es lo que le gustaría que fueran los de su alrededor y por eso da abrazos esperando recibirlos;
Así, escuchando de una ignota la etimología de una palabra absurda y de pronto tan familiar como redundante;
Me pregunté:

¿Si un ladrón que roba a un ladrón tiene cien años de perdón, un adicto de un adicto, qué tiene?

La respuesta, clara, concisa y decididamente acertada, me la di días más tarde, cuando me enteré que el mismo olor que estaba entre nosotros, el mismo sabor amargo que yo tenía entre los dientes y la misma sensación de que todo estaba perdido que sentía mirando a esos cuerpos ingentes bailando sin cesar; también él la había experimentado ese domingo; frio, distante y senil, de julio, de 2008. La respuesta es: Miedo.

Cuando llegue a mi casa, después de semejante rally por la ciudad de la furia, pensé furtivamente debería estar durmiendo en su cama.
Parece que hay ratones que, con gatos o sin ellos, todavía caemos en la trampa.

2 comentarios:

chizita dijo...

lejos, el mejor post de tu nuevo blog. groso, let.

todavia recuerdo cuando un dia hace mucho me dijiste vamos a america un día. por suerte nunca te hice caso, ni a vos ni a nadie y sigo invicta de américa.

Margot dijo...

Me encantó este post!

Me mataste con lo de Faivel, jajaja.
Y encima cerrás con lo del ratón. Buenísimo!

Yo nunca fui a América, pero hace un tiempo tenía ganas de conocerlo. Ya no, y menos ahora! ¿Olor a semen? ¿a humano en celo? No quiero sentir eso en un ambiente.

Saludos!

-In love we (still) trust-