Nuestra idea original era irnos, eso fue todo. Lo de mi mamá y mi abuela era un poco más complejo. Hace unos 3 meses sonó el teléfono de la casa de mi abuela y resultó ser la hija no reconocida de mi tío bígamo. Mi tío Félix; quien murió hace unos 15 años.
Por bastante tiempo (14 años exactamente) mi tío Félix (hermano de mi abuela) tuvo dos mujeres, dos casas, dos camas, dos familias. Y cuatro hijos. Casualidades de la vida o pragmatismo inmigrante, nombró a la hija oficial Ana maría y a la no oficial, María Ana.
La historia terminó como debe ser: la segunda se cansó. Como Uds. saben, ellos nunca dejan a la primera por la segunda, ni mucho menos. Se cansó, decía, y lo mandó a vivir su vida “legal” a otra parte.
40 años después mi tía “nueva” (la hija ilegal) aparece en la escena de mi familia y vuelve a recuperar su identidad. Conoce cosas de su padre (a través de mi abuela) que nunca pudo saber porque Félix se le fue a vivir una vida legal con Juana (su mujer legal) y Ana María (su hija legal). Finalmente, 40 años después, la ilegal la invita a mi madre y a mi abuela a su casa de Mar Del Plata (gesto que nunca tuvo la legal, por otra parte).
Y así fue que fuimos todos a ver el mar. Es impresionante el parecido de María Ana con mi tío Félix. Conocimos a la Sra. Ilegal, también. Bastante más simpática y pulcra (detalle que notó mi abuela, por supuesto) que Juana, la legal.
Con todo este asunto de la identidad perdida y recobrada me puse a pensar qué sentido tiene saber quienes son tus padres, quienes son tus tíos, quienes son tus sobrinos (vendría siendo yo).
Habría que preguntarle a los hijos de Lugo, ¿no?
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