viernes, 24 de abril de 2009

Big Love

En semana santa me fui a Mar de Plata con una amiga, mi mamá y mi abuela. La idea original era irnos a Rosario, pero cambiamos el destino por la conductora (mi mamá se llama Rosario, también) y nos fuimos en plan de baratito para La Perla del Plata.


Nuestra idea original era irnos, eso fue todo. Lo de mi mamá y mi abuela era un poco más complejo. Hace unos 3 meses sonó el teléfono de la casa de mi abuela y resultó ser la hija no reconocida de mi tío bígamo. Mi tío Félix; quien murió hace unos 15 años.

Por bastante tiempo (14 años exactamente) mi tío Félix (hermano de mi abuela) tuvo dos mujeres, dos casas, dos camas, dos familias. Y cuatro hijos. Casualidades de la vida o pragmatismo inmigrante, nombró a la hija oficial Ana maría y a la no oficial, María Ana.
La historia terminó como debe ser: la segunda se cansó. Como Uds. saben, ellos nunca dejan a la primera por la segunda, ni mucho menos. Se cansó, decía, y lo mandó a vivir su vida “legal” a otra parte.

40 años después mi tía “nueva” (la hija ilegal) aparece en la escena de mi familia y vuelve a recuperar su identidad. Conoce cosas de su padre (a través de mi abuela) que nunca pudo saber porque Félix se le fue a vivir una vida legal con Juana (su mujer legal) y Ana María (su hija legal). Finalmente, 40 años después, la ilegal la invita a mi madre y a mi abuela a su casa de Mar Del Plata (gesto que nunca tuvo la legal, por otra parte).

Y así fue que fuimos todos a ver el mar. Es impresionante el parecido de María Ana con mi tío Félix. Conocimos a la Sra. Ilegal, también. Bastante más simpática y pulcra (detalle que notó mi abuela, por supuesto) que Juana, la legal.

Con todo este asunto de la identidad perdida y recobrada me puse a pensar qué sentido tiene saber quienes son tus padres, quienes son tus tíos, quienes son tus sobrinos (vendría siendo yo).

¿Qué sentido tiene saber? ¿Qué sentido tiene saber quién es uno?

Habría que preguntarle a los hijos de Lugo, ¿no?


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